23 nov 2010

Una de misterio

Después de muchas semanas de recaudaciones penosas en las salas argentinas (con los éxitos puntuales de alguna película de terror como únicos y aislados sobresaltos), el estreno de Harry Potter y sus 500.000 entradas en 5 días puede ser uno de esos espejismos que nos dicen que la exhibición en salas todavía es un negocio posible.

Hubieron otros fenómenos de este tipo en el último año, y entre cada uno de ellos (con contadas excepciones) se extendió un cada vez más interminable desierto.

Si miramos el total de la asistencia del fin de semana (largo) encontramos un aumento de entre el 200 y el 300% con respecto a los fines de semana anteriores. Relativizando ese aumento, además de aclarar que este fin de semana tiene un día más, es imprescindible decir que de esas 730.000 personas, 511 mil fueron a ver Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Un 80 % del total del Box Office se concentró en una sóla película (de ¡60! en cartel en todo el país), y podríamos decir que sin HP este hubiera sido un fin de semana tan malo como los anteriores: probablemente este público "extra" no hubiera ido al cine si no se proyectaba HP.

O sea: el grueso del público no va al cine: va a ver Harry Potter (o Toy Story, o el Secreto de sus Ojos, etc...). Más allá de algún milagro, ¿podemos decir que el éxito en las salas de cine queda reservado a este tipo de material? ¿Al cine comercialmente mediano le queda la TV? ¿Al cine de autor las trincheras e Internet? ¿El DVd para nadie?. Preguntas que no van a tardar mucho en responderse, me parece...

15 nov 2010

Cósmico

El jueves pasado reabrió el Cosmos, la mítica sala de la calle Corrientes. Quizás, junto con el Lorca, los únicos dos sobrevivientes de una época mejor para la Avenida, y para el cine en general.

Después de varios meses cerrado (y de otros más antes de cerrar con una programación que no le resultó muy favorable) la UBA le compró el edificio a los Vainikoff y, con el nombre de COSMOS UBA, le devolvió al circuito una sala que supo ser hogar de muchas buenas películas.

¿Qué significa esta reapertura? Según los funcionarios de la Universidad que dijeron unas palabras el día de la inauguración, la idea es que sea un espacio que sirva a los intereses de la UBA (especialmente los de la FADU, más concretamente a Imagen y Sonido), pero que también, durante cuatro de los 7 días de la semana, proyecte material de cine argentino y latinoamericano que no encuentra espacio en otros cines.

A este espíritu se le agrega un dato importante: la UBA no espera de la sala más que un módico recupero de gastos, lo cual puede influir decisivamente en la duración del proyecto, y en su libertad de programación. El precio de la entrada, de hecho, podría ser más bajo si eso no fuese un detalle algo desmotivador para los distribuidores (que en algunos casos seguramente tendrán también que luchar, si quieren entrar al Cosmos, contra las exigencias de exclusividad de otras salas cercanas).

En la sala siguen funcionando sus dos pantallas. Los equipos de fílmico fueron acondicionados, y el INCAA donó (no es la palabra correcta pero no se me ocurre otra en este momento) un proyector nuevo para las películas exhibidas en formato digital o de video.

El primer estreno, el jueves pasado, fue Ocio, de Lingenti y Villegas. Ojalá haya ido bien.

4 nov 2010

Cortocircuito

Una de las ideas que se les ocurrieron a las salas para retener algo de su público es esta de los descuentos en las entradas. Rapipago, Club La Nación, Club Arnet...desde hace un tiempo, ya nadie paga los (digamos) $25. Seguramente fue algo que se desprendió de los Miércoles a mitad de precio (que antes de estos nuevos descuentos se amplió a los Lunes y Martes, en algunas salas, y también a algunos horarios marginales).

El circuito de cines Arteplex no es ajeno a este fenómeno, y entre las tantas posibilidades que dá de rebajar el precio de la entrada está la de presentar el carnet de socio del Club La Nación. En una edición dominical del diario, incluso, se anuncia este descuento entre los destacados.

Los lectores de La Nación están generalmente asociados al público de cine de autor. No sé cuán cierto sigue siendo esto, pero suponemos que se trata de gente con alto poder adquisitivo, un buen nivel educativo, inclinaciones por lo cultural y, por qué no, gente de (digamos) más de 40 años.

El Arteplex (y no están solos en esto) considera que la única gente que sigue yendo a ver cine de autor son "los viejos". El origen conceptual de este autodenominado "Primer Circuito de Cine-Arte en la Argentina" está en la calle Corrientes de hace más de 30 años, y ese apego a aquella epoca dorada de la cinefilia argentina los lleva a creer que no sólo no hay cine mejor que ese, si no que incluso no hay demasiados nuevos autores. Sostienen que el público de hoy es el mismo del de aquellos tiempos, y que todos sienten al cine de la misma manera.

Por lo tanto, los Arteplex nombran a cada una de las pantallas de sus complejos con nombres de los viejos autores, y publicitan sus salas (como vemos en el aviso más arriba) con las fotos de Visconti, Fellini, Polanski, Bergman, Buñuel, Chabrol, etc... es interesante que la mayoría de estos autores no sólo ya no haga grandes películas, si no que no hacen películas en absoluto dado que, en su mayoría, ya no están vivos.

Y lo preocupante de esto no es la pérdida cinematográfica: se siguen haciendo grandes películas. Me parece que lo que no se renueva, de alguna manera, es el público de este tipo de cine. ¿Cuánto va a tardar en desaparecer también el espectador de esos viejos autores? ¿Está listo este público para, por el momento, arreglarselas con un cine de autor más actual? ¿Tiene este público, detrás suyo, otras generaciones que puedan remplazarlos en las butacas que de a poco van a ir dejando vacías? En un contexto donde el cine de autor (como casi todo los tipos de cine) no es un fenómeno de taquilla, ¿están dispuestos los dueños de las salas a apostar a autores que proponen algún riesgo, alguna incomodidad como la que seguramente representaban en su momento Bergman, Antonioni...y que conecte con la sensibilidad de un público más joven? ¿O quedará esto reservado a los cineclubes, festivales, etc...? ¿Quién compraría una película sólo para pasarla en cineclubes? ¿Podremos ver cine de autor, de acá a un tiempo, sólo pirata y en video, o en pantalla grande una vez por año, o sólo películas con más de 70 años de antiguedad?

La verdad es que el Arteplex es, con sus fallas, el único circuito que se dedica al cine de autor dentro del universo de salas comerciales, y es un sintoma preocupante ver cómo sus recaudaciones caen y la programación más fina escasea (el alquiler de una de sus salas de Belgrano al INCAA es una señal de cuánto necesitan ya estos espacios algún tipo de subsidio)

Me hago todas estan preguntas a diario, y no debo ser el único. No estoy muy seguro de si hay jovenes que quieran y puedan mantener viva la tradición de ver cine-arte en salas. Y si, como sostienen algunos, esta generación ve este cine, pero lo ve "de otra manera" (digamos online), me pregunto de qué manera va a incorporarse esta forma de consumo a ese negocio que hace posible, entre otras cosas, que se sigan haciendo películas, también de cine-arte.